Cielos de seda, ánforas de savia,
sándalo de jardín, mi hierbabuena,
los cuatro vientos que atrapan la pena:
paraíso soñado que me agravia.
Quiero este mismo huerto para el triste,
este hálito divino para el frágil,
que el reino de los cielos venga ágil
a todos los hermanos que me diste.
Si tengo que mermar, yo me reduzco.
Si tengo que morir, muero en tu mano.
Tu voluntad sea hecha en el humano.
Vendrán a tu redil: yo los seduzco.
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