Mi suelta palabra
no me es indiferente,
está en desorden,
es un poco infantil y vaga
por momentos, pero pregunto,
¿qué poeta alguna vez no estuvo
lleno de ilusiones?,
¿qué diminuto cristal no supo abrise
paso a las lágrimas del ocaso,
al amor como aman las aves,
al capricho que evoca la noche,
a las absolutos silencios de tu boca?
No te ignoro aunque no te llame,
no te olvido por más que no te reclame,
a mi amor le gusta beber del agua
contenida en el hueco que encierro con mis manos,
a mi tiempo le gusta asomarse a la reja para verte pasar,
o imaginar que pasas,
o dibujar la brisa que alternada dejan las palomas,
tu inconfundible aroma y mi voz que es tu voz,
no te busco, aunque mis pasos son un lugar
pequeño en el que disputan mi conducta y mi sentimiento.
La arboleda me arropa lento como dueña
de mi primer suspiro,
me recorre desolada y mansamente como envuelta en descanso,
y mis manos, como si un manto en soplo me viniera la conciencia,
y mis manos, porque siempre van a ser tus manos
a la hora del amor.
Al descubierto estoy,
se ensancha mi pecho, escapan mis versos
mientras me mira el azul,
tendido estoy junto a la orilla de ti,
en suave espacio de miradas largas,
con mis brazos atravesando la transparencia,
desnudo, y mi sangre flor en pájaro,
desnudo, con mis alas de aire y pureza,
desnudo, a certeza y mentiras del mundo,
desnudo y desarmado.
Mi suelta palabra
no me es indiferente,
está en desorden, TUYO,
no puedo corregirme, a veces no me invito ni a mí mismo
pero soy TUYO, absurdamente TUYO,
increíblemente TUYO, terríblemente TUYO,
hay días en que me visto de arena,
otros, libro batallas con gigantes y su corteza,
¿qué poeta alguna vez no estuvo
lleno de ilusiones?
T de S
MRGC