David Enrique Gómez Cáceres

ERRANTE


 

Vean pues

que transito este río de zarzales

donde el reloj no detiene sus brazadas

y las mías, más y más siento que menguan

en velocidad y ahínco.

 

Que por libar silencios pasionales

me ha consumido esta ennegrecida madrugada

tal cual vórtice voraz que no da tregua

ante el que desgarrado, ¡me quiebro y me hinco!

 

Sepan pues

que deambulando busqué un sitio

donde vomitar de una vez todo esto hiriente

como quien en un solo grito suelta

la úlcera ardiente que carcome sus entrañas.

 

Fui alma asceta sin derecho a propio arbitrio

vagabundo acobijado por la noche, en su dolor latente

alma sucia de congoja toda envuelta

dando paso a morir por propia saña.

 

Heme aquí

donde al fin el estado de sitio

han superado las fuerzas del aliciente

salto entre tanta agua revuelta

siendo pez, que se escapa de la caña.

 

Por: David Caceres

       Managua, Nicaragua.