El biberón,
ese objeto remolón,
alargado, redondito,
resbaloso, revoltoso y juguetón,
¡qué chiquito!
¡con qué ansia te agarramos los humanos!
-mahometanos, judíos o cristianos-,
a todos, sin distinción,
¡qué monada, qué bonito,
sin que queme, calentito!,
gustas. Te queremos un montón,
y alegras el corazón
al tenerte entre las manos.
¡Cómo me mola ese invento!
-tu sustituto el chupete,
ese ingenuo petrimetre,
para ti no es un rival
sólo es tu complemento-.
Tu, la teta artificial
-tambien llamada tetina,
mamadera, mamila, pepe, pacha o tetero-
ese sencillo gotero
tiene música divina,
que aunque no eres un pezón,
simpático, sabrosón,
eres como un pegamento
atento a ser succionado,
eres como aquel amado
dispuesto en todo momento.
Por el contrario, el chupete
¡que triste!
no es más que un simple juguete
que a los niños entretiene baboseando
de afuera para adentro, de adentro para fuera y sin parar chupando,
un alpiste sin alpiste,
el pipo es igual que un chiste
al que le falta el humor,
no tiene calor, sabor,
ni lleva el amor de madre.
De plástico, no eres de carne,
biberón ¡oh biberón!
aunque no es leche materna
los bebés sin excepción
ponen la carita tierna.
Tetina, mi fiel tetina
me ilumino al recordarte,
eres una obra de arte
que provocas emoción.
yo te guardo en la retina.
y llevo en el corazón
¡Qué aquellos tiempos tan bellos
qué amados tiempos aquellos!