Esta mañana, temprano,
cuando la aurora asomaba
llenaron mi hambrienta mano
los dones que yo esperaba.
Era su tierna sonrisa
destellos de luna llena
como el candor de una brisa
que borra todas las penas.
Te amo, mi niño, me dijo,
y en su voz vibró mi canto
el mismo que Dios bendijo
cuando juré amarla tanto.
De Belén brillo la estrella
y en mi alma nació el niño
y con caricias de ella
tornóse el frío en cariño.
En mi pesebre de sueños
Anita, ¡cuánto me has dado!
si de tu amor soy el dueño
mi Navidad ya ha llegado.
Diciembre, 2009