Tengo amarrado a mis labios tu beso
hecho de plumas, algodón, seda y terciopelo
arrancado para mi desde tu encantador cielo
en el que volamos llenos de embeleso.
Lo aprisiono, lo disfruto y al catarlo te confieso
que ni el más maduro fruto de terrenal suelo
tiene el sabor tuyo, y que siempre anhelo
tu presencia para tener uno nuevo y soltar el preso.
Y así una y otra vez, intercambio reos,
no me considero carcelero pero sí prisionero
de todos y cada uno de tus deseos.
-Oyeme-, para mi, besarte es lo primero
porque siento extraños aleteos
que me anegan de alegría, porque te quiero.