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Señor juez, le juro que yo siempre fui muy fiel,
que mis madrugadas todas se las entregaba,
no hubo para él otro delirio que mi mirada,
me entregaba muy abnegada; siempre para él.
Su mundo, era mi mundo y yo corría tras él,
cuando algo le afligía, en mis brazos él se hallaba,
los mismos en donde siempre se regocijaba…
nuestro amor siempre ha sido puro, así como el de Él.
Su primogénita existencia bordó su vida
atándole a tempranas responsabilidades
y precozmente conociendo grandes verdades,
que en su cielo de desventuras él nunca olvida.
Señor juez, he sido el castigo que hay en su vida,
quise levantar un bello castillo para él,
trabajé mucho en mi vida, todo lo entregué
y todo, en vano; de su vida voy de salida.
Conmigo él sufrió el dolor de la separación
y jamás hubo algo que a bien él me cuestionara,
siempre ahí y una lágrima que me acompañara,
pero, algo triste él abrigaba en su corazón.
Sí, en él, un maligno sentimiento se gestaba,
la indigna vida que ante sus ojos él veía,
le hartó de rencores arcanos que le abatían.
Señor juez, su vida y la mía así condenaba.
Es verdad, no tuvo todo lo que deseaba,
lo juguetes que los niños ricos siempre tienen,
las vacaciones que sus padres a ellos confieren,
pero tuvo una humilde madre que sí lo amaba.
Ahogada estoy en tsunamis de sufrimientos,
mi hijo me condena por tanto amor y dolor,
no sé dónde y cuándo me perdí en su corazón,
sólo sé que lo amo… y no sé si hasta lo lamento.
Hija del Sol
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