No tengo ganas de escribir, ni de pensar, ni de seguir.
El espejo revela mi cansancio,
el que es tan evidente para mi mente
se explaya por mi frente
y me pregunta quién soy, qué día es hoy.
No tengo respuestas.
El día está soleado pero hace frío
llevo mucho abrigo y es pesado.
Camino despacio, casi imperceptible es mi paso.
Cierro los ojos y duermo,
rápido despierto para no acabar en cualquier sitio.
No quiero estar ahí
encerrada frente al ordenador durante horas,
busco el aire libre y el ruido de la calle
pero debo volver, se hace tarde.
No tengo ganas de escribir, ni de pensar, ni de seguir,
pero tendré que hacerlo si quiero terminar, debo acabar bien.