No soy inalcanzable, aquí estoy.
Tanto me han pulido que mi brillo se ha ido,
el diamante en bruto ha perdido su valor.
La persona del empaque de buen olor ya no tiene corazón.
¿Acaso no hay nadie que me brinde un abrazo?
¿Nadie que muerda mis labios?
Que confusión aquella del sabio amor,
¡Que dolor! De mi no se compadeció,
Su abrigo no me dió, y en sus manos ahora muero yo...