RICARDO ALVAREZ

ERES COMO MUJER - 2- INFINITA RAZÓN - 3 - RUMOR DE BOCAS

1- ERES COMO MUJER

 

 

 

Eres como mujer

el ministerio más alto de mis torres,

en que ejerces el dominio equilibrado/

Lo oculto de la magia que llevan

mis ojos al limite de la cornisa/

En mi sexo te envuelves

con túnica blanca de amor,

practicas el coito desde tu mirada

diurna y penetras mis temblores/

En mis costados te veo

dentro de mi cuerpo en proceso espejado/

Levanto mi mirada de obstáculo y

te veo gravitando

por delante y arriba de mis cejas de adorno,

siempre un paso delante de mi naturaleza

mis hombros fatigados

de levantar el roce de tu altura

y mis piernas desfallecen cuando persigo

tu mapa de paso airante,

siempre más adelante que mi frente

un paso lejano a la longitud de mis brazos/

 

Dame un respiro de tiempo amor

para descifrar una gota del aire que inspiras,

perseguir tu oxigeno en señal referente

hasta el punto exacto

de tu corazón refrescante/

Me esfuerzo

y solo asciendo a la mitad de tu estatura.

En tu territorio de espacio trazado

tu rondas la altura de la luna y yo...

Yo minúsculo, aun dentro tuyo,

apenas mido la dimensión

en la copa del árbol enano/

Yo vivo un mes y la resistencia del

pétalo doblegado se marchita/

Tu transitas el hojoso calendario y

parece imposible

no hallarte un ramo deshojado/

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2- INFINITA RAZÓN

 

 

Infinita razón

                            tiene la arena para desnudar tu huella, y

                      el absoluto racimo espléndido, imperio del rojo puro,

      para emular tus labios.

  La paloma blanca y la torcaz montesina,

con afán y sueño irracional de fantasía,

                       para volar con alas como lo haces,

despegando tus pies desde la mañana.

   Y en el enigma que resuelve los colores

                             de tus pardos ojos irrepetibles,

   en la línea pura que rodea al meteorito,

      junto al cinturón azul de la estrella sabia,

                              no pueden responder la pregunta,.

         con la certidumbre que esconde tu vientre

El secreto del celeste astral,

                         creado por la esencia mística en  la copa del agua y

del cristal del vaso real de jade,

              sorbido con tu boca de hélice y esponja.

 

            Y cuando el amor se te desnuda impune,

                 sin importar la hora, empecinado en traspasar

              al duro diamante con una mirada de hacha.

             Se desnuda bajo el árbol del afuera y en el adentro

de nuestro país de vivienda.

La balanza de los frutos opimos y

los árboles fecundos, al emularte se oxidan, y

emerge el sueño ferroso, como hijo de la furia,

adherido al amor de nuestras carnes  y caminamos,

pegados como siameses trillizos alados,

construyendo la transparencia de la gota del rocío.

 

Infinita razón el sol

para envidiar tus pómulos de brillo,

perseguidos por mi beso delincuente,

celoso guardián y recatado para que tu boca no

se envicie y desmande, al mundo caótico y confuso,

creyendo que tus labios se hacen con la genética de la espuma.

 

Infinita razón 

las hadas del camino para borrar tu huella, y

         la sangre gris del tomate pálido agitado de envidia

como la vela mustia que aspira oír el rumor,

del secreto de tu llama roja encendida.

Las aves libres que vuelan la ruta aérea sin frontera

se conformarían con las migajas y cenizas

del resto que queda  de tus piernas bailando turbulentas y alegres

sobre el suelo negro, con tus pies de aroma descalzos.

 

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3- RUMOR DE BOCAS

 

 

 

A nuestros pies unidos de ensamblada playa

rozó la ola su estirpe de copa azul,

la mágica espuma declinó su batalla en ofrenda,

mientras...

a la lejanía,

el vertical arrecife descargaba tu figura de tul liberada.

El mar comía las majestades de la arena

y la terca pureza del salitre nutria tus raíces de arteria.

Coaguladas nuestras manos de lazo

donde el ramo del jazmín compartía su sed de hogar,

e inclinó sus espiras de humo a tu alma dorada del fuego.

Entró la luz

con su afán de boina protagónica

y la hora del sol descargó sus naranjas aristas

al tiempo que los gemelos astros

hacían espacio a la luna de reflejo y

migraba su regocijo níveo a tu boca de plena sonrisa y albo.

La piedra extrajo sus vivos metales,

el recuerdo amplió su desnuda perla blanca y

el triunfo rodaba al aire en tus labios de suspiro.

El lejano otoño de atabal

retomó su sonido de ritual música,

la lira rasgó su cuerda de dulce sonar y

en las hinchadas curvas de las gigantes caracolas

desfiló mi oído el paso del armónico Vals.

Los pájaros del cristal afilaron su tiento en nuestros labios,

el aroma del pino declaró sus verdades y

la trementina rodeó los bordes de rúbrica.

Hasta que el beso desplegó su abanico de silencio y

le fraguamos el rumor de nuestras bocas de cresta roja.