Por los caminos verdes de un bosque lluvioso buscaba la “pluma viajera” el color de la belleza. ¿Dónde podría encontrarla? Quizá en las pozas turquecinas de Champey alimentadas por un río que bajaba presuroso de la montaña para esconderse luego en sus calcáreas cuevas, en el plumaje de las aves o detrás del níveo velo que cubre la arboleda al amanecer. En su recorrido por senderos de musgos y helechos gigantes, escucha el murmullo de las cascadas y al observar con detenimiento cada parte del húmedo paisaje…una tímida orquídea desplegaba su flor blanca de excepcional belleza. ¡Había encontrado la joya preciada de su país! Le llaman “Monja Blanca”, nacida en el reino de Tezulutlán y declarada símbolo patrio desde 1934.
El sitio de honor donde ha florecido esta maravilla botánica es el territorio conocido como Alta y Baja Verapaz, cuya historia se plasma en los tejidos de sus mujeres indígenas, en sus iglesias blancas y en los chachales (Collar) de coral y plata. Tierra con aroma a café y cardamomo, donde se yerguen la Ciudad Imperial y la Sultana de las Rosas. Permitidle a la pluma que escribe, volar junto a su ave indiana, llenarse con la tinta nívea de su monja blanca para llevar la paz a todos sus puntos cardinales.
©Mirna Lissett