Sus ojos me besan
Sus labios me acarician
Sus manos me hablan
La ternura brota por sus poros
caprichosa, rebelde y altanera,
negándose a ser cómplice
de todo este silencio
que es negación del amor,
de ese amor que se esconde
avergonzado en los bolsillos
cálidos del miedo.
Miedo a decir que sí,
a decir te quiero,
a hacerle frente
a una verdad que duele
como la hoja aguda
de un cuchillo.
La verdad de amarnos
a pesar de ser de otro
aunque sea de otra
a pesar de su casa
y de la mía.
A pesar de habernos
encontrado más allá de los tiempos
en el medio de un abismo
de desesperanza.
Sus ojos me besan
Sus labios me acarician
Sus manos me hablan
Un mar salobre de lágrimas
me asfixia
Y su sonrisa tan amada,
me atrapa como un lazo.