Adrian VeMo

Deseo Inocente

A Rosa

 

Yo te llamaba:

la de la mirada dolorosa

no por tener el nombre de Rosa

sino porque tus ojos

arañaban mis pupílas como dos gatos.

 

Un día quise huir

de las suaves ondas

que emancipaban tus caramelos ojos

ojos hirientes, ojos mansos

y al parpadear de esa evasión

aparecí tocando con mi labios

el umbral de tu boca.

 

En medio de ese baile torpe

de nuestros labios desconocidos,

bajaste y pusiste delante de mí

un suspiro,

encambio yo, dejaba perfumar

las yemas de mis curiosos dedos

en tu cuello.

 

Un deseo inocente se levantaba,

en una burbuja prohibida nos envolvía

siempre al rozar nuestro sudor fisgon.

Solo se sentía el mudo silencio.

Te detuviste,

fijaste tus ojos a mi corazón

y tu voz desnudó un secreto.

 

Y por no querer quererte

como querias que te quiera

te marchaste

me dejaste

húmeda la boca, encendidas las manos

solo,

sentado a la orilla de mi cama

resolviendo el acertijo

de pasiones sin mediar al amor.

Dejé que te pierdas

en los caminos deshonrados de mi vida

como un recuerdo,

pues yo no te podía dar mi corazón,

no lo tenía.

 

Hoy, tres años más tarde veo tu foto,

ahora desatado,

desempolvo esa historia y te llamo:

la de la mirada dadivosa

porque sonríes y te llamas Rosa.