Tarde gris, tarde fría
aletean los últimos pájaros ateridos
y se escapan de la noche
buscando el tibio nido.
Un día más del calendario
roto y desvalijado de días
horas que fluyen en compases
de eternidad y olvido.
Y mi alma que no se sacia
impertérrita y desolada
medita mientras las luces
se encienden en lontananza.
Se calla el alma mía
sabiendo que para mañana
una luz negra y melancólica
cubrirá esta tumba fría.