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El corrido de Pepito
Pepito era un pilluelo
Que a todos hacia daños
Pues vivía de los sembrados
De todito el vecindario.
El nunca trabajó en nada
Roncaba hasta el medio día,
Y cuando el sol se ocultaba
Hacía sus fechorías,
Con un costal en la mano
Se iba a las fincas ajenas,
Después bajaba cargado
Con sus talegas muy llenas.
A veces muy atrevido
No esperaba a que las sombras
Lo libraran de ser visto,
No le importó la deshonra.
El braviaba a las mujeres
Que le gritaban no robe,
Trabaje como los hombres,
Gánate lo que te comes.
La gente se lo advertía:
Respete lo que es ajeno,
Porque siempre en esta vida
Lo ajeno pal dueño es bueno.
Pero lo que otros sembraban
Pepito seguía cogiendo,
Muchas pelas le pegaban
Pero el seguía delinquiendo.
La última noche de vida
Que le quedaba a Pepito
Alguien lo tenía en la mira
Y en la orilla del camino
Mordiendo el polvo moría
Bajo la luz de un lucero
Que al titilar le decía
Lo ajeno pal dueño es bueno
FERNANDOELGRANDE
Reg. Der. De autor
14-10-2009