Pinté los charcos de luna
y los caminos de silencios;
derramé allí mi pintura
para decir lo que pienso.
Pinté tu alma de caracoles
y tus sonrisas de agua,
los cielos pinté de flores
y de mieles tu garganta.
Pinté el horizonte de sueños
y el ayer de hojas secas,
pinte la fe con los ruegos
y al mar lo pinte de perlas.
Pinté las montañas de sombras
y a los árboles de ecos,
pues con pintura se adornan
las fantasías de mis lienzos.
Por eso pinté la luna
y los caminos de silencio
para dejar la ternura
perfumada con incienso.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo - Venezuela