Tu mandas a los vientos y ellos te obedecen,
las olas oyen tu voz y el mar hace bonanza,
y por tu mandamiento los pámpanos florecen.
Manda que yo vaya a tï, y yo iré sin tardanza,
y dejaré que mis labios gratitud expresen
en cada momento, por tu bendita esperanza.
¡Cuán hermoso es contemplarte, Oh Dios, entre tus obras!,
Los cielos, y la tierra, proclaman tu existencia,
que no hay bien fuera de ti mi alma sabe de sobra,
es mi anhelo cada día estar en tu presencia.
Si se calla el mundo, si la voz jamás recobra,
Hablarían de ti las piedras con elocuencia,
es al cielo la calma y al infierno zozobra,
la prerrogativa tuya; el poder en esencia.