Beatriz Blanca

CUANDO ME ABANDONASTE

La luz refulgiò en tu rostro,

te confiriò una luminescencia alabastrina

que me agitò el corazòn,

y bramò inestricable;

sentì que me desmoronarìa,

que caerìa de rodillas y llorarìa.

Levantè mis ojos para verte

con làgrimas que desbordaban,

bañando mis mejillas.

Me apartaste muy fuerte, en tu prisa

por ahogar el bramido que empujaba

 en mi garganta como ariete.

Con voz cavernosa me dijiste;

¡nuestro amor ya no existe!

Me dejaste libre... y te fuiste...

La separaciòn me dejò inerte,

con un desorden que me enloquece

al pensar como te amè,

hasta el momento de perderte...