He llegado muy contenta
a mi “querida oficina”,
me he vestido y arreglado
para sentirme “divina”.
Llegué con todas las ganas
de hacer todo con paciencia,
y terminar lo pendiente
luego de larga licencia,
que cumplí casi obligada
por mi arritmia y otros males,
y debí quedarme en casa
para estar más controlada.
Mi voluntad y mis ganas
pronto quedaron truncadas,
al ver todas las pupilas
que en mí estaban clavadas.
¡Dios te salve amig@ mía!
¡qué silencio temerario!
trabajar en el estado...
se parece a un serpentario.
Que las boas me perdonen
por esta comparación,
pues el animal no ataca
porque sí... o sin razón.
Pero estas cucarachas
viven mirando al vecino,
cuchicheando por lo bajo
y ni pensar de hacer amigos.
Solo esperan en tu ausencia
poder “clavarte un puñal”
“hablando mal por la espalda”
y a tu jefe envenenar.
Varios grupos dando vueltas
que trabajan poco y nada
pendientes del “cruel horario”
y decir “hasta mañana”.
Y en secreto te diré
una fórmula segura:
muchos gallos, pocos indios
y aquí, ya nadie labura.
Con tanta gente en la calle
sin comida y sin trabajo...
mi pregunta simple es:
¿Cómo caímos tan bajo?
Cualquier parecido con lo real...
es sólo coincidencia
Alicia Santi