Embriagado de su pena, sufriendo la ausencia de aquella diosa lunar en una mortal encarnada, que brevemente tocó sus días, iluminándole la vida, y cuya partida le arrebató bruscamente la alegría.
Se encontraba un hombre de pie bajo la lluvia, y la noche caía; elevando su mano hacia la luna, Y tratando inútilmente de atraparla, cerró la mano, y la llevo a su pecho, como si así pudiese sentirla de nuevo junto a su corazón, y de lo más profundo de su ser, volvió a nacer la pasión de su más grande amor.
Entonces cerró los ojos y los asaltaron los recuerdos, y la recordó tanto que por un momento parecía estar lloviendo llanto…
Y dijo:
Recuerdo tu sonrisa amada mía!
Tan hermosa como la luna clara
Y como todo lo bello que hay en el universo
Pude percibir a través de tu mirada
Aquel mundo triste y aburrido
Que Con tu llegada cobró sentido