Para María Isabel Velásquez,
encantadora amiga colombiana
Hay silencios que matan.
Hay silencios que imprimen vida.
Hay silencio en el alma.
Hay silencio en el que sufre
Y calla por orgullo su sufrimiento.
Hay silencio en el sabio
Y voces de trueno en los ignorantes.
Hay silencio en el clímax del amor
Hay silencio en la montaña
Que devuelve los gritos en ecos.
Hay silencios elocuentes en
Los monjes que meditan
En los sagrados monasterios.
Hay silencio absoluto en quienes
En los anfiteatros
Nutren sus almas de música.
Hay silencio en la noche
Cuando se entregan en brazos de Morfeo
El niño arrullado por la madre
El anciano que repasa su vida
La pareja envuelta en el manto del amor
El obrero cansado.
El trovador que embriagó de canto
A la mujer amada.
Hay silencios que anuncian tormentas
Y hay silencios que anuncian buenas nuevas.
Hay silencio en el examen crucial
Con el maestro sabio
Y hay alborozo si superamos la prueba.
Hay silencio embriagado de silencio
Y hay ruido desmayado de ruido.
Hay el silencio de las botas y las bayonetas
Impuesto para acallar las voces disidentes
Por los tiranos que en el mundo fueron y en el mundo son
¡Son gemelos el silencio y el ruido!
Sí, son gemelos.