Sara (Bar literario)

Sobre algo que no quise escribir al borrarse lo que sí quería

No soy diferente. Quién crea ser la excepción a la regla, acaba de imponerse la suya. Y eso es más jodido. Crear tu propio libro y seguirlo. Solo, angustiado, escribiendo desde una estación, con el hambre cayendo en los orificios libres de los zapatos. Solo, angustiado. Porque nada pesa más que aclarar a tu soledad ser la excepción de su conjunto de leyes...

Pensaba hace tiempo, que crear era un oficio en mercado clandestino. Me recostaba, con las piernas arriba , diluida en la gota espesa del amor de verano y enumeraba el golpe, la carga, con el fin de reposar este encuentro en la hoja en que moría. Morir, sí, morir. A medida que creaba, me mentía más sobre estar viva y todo lo que transcribí, era una manera, más o menos indolora de hablar de mí sin siquiera recordar el efecto de la realidad a la que aludía. En la catatonia de la catarsis, recordaba las persianas de una casa vieja, o la película que me negué a mirar por exceso de fantasía. Quién era yo cuando sufría. La cosa, la cosa que emerge desde ella misma y no desde el receptáculo de su consecuencia. Nunca, nunca. El tiempo puede contabilizarse desde un olvido y esto nos hará creer que no hemos vivido lo suficiente.

El tiempo

 

Perder el tiempo es la única verdad a la que podemos venderle nuestras mentiras. Perderlo es una forma justa de recuperar la libertad. Perder el tiempo al cobrar la deuda más grande que tiene con nosotros, la vida.

 

Y no era de muerte que llenamos nuestro atáud, era un cuerpo reconociendo su verdadera envoltura.