Siendo el gaucho perseguido y maltratado
es tierno personaje
como un capullo del paisaje.
Va ensimismado
en su penoso y atribulado cabalgar
y mientras bebe el caballo en la laguna
con sorbos y sin prisa alguna
el sabe que tiene mucho para pensar.
De pronto erguido entre la vegetación
y las totoras al viento
divisa la figura de un indio pampa
que lo esta mirando...
Entre los juncos y los pajonales altos
el agua supera el corvejón de los caballos
y los ojos del indio y el gaucho
se enfrentan callados
solos en la inmensidad y sin pelear
porque ambos saben por instinto
que los amenazan fuerzas con intereses
mas fuertes que el destino.
Los musculos del guerrero pampa
se tensan
sus pómulos se levantan
su aliento es el viento
y sus ojos están brillando.
Gaucho y pampa se están mirando
y en ese instante quedan unidos
por una ley escrita en el cielo y en el alma.
Es un encuentro impensable
para la paz y para la calma.
Pero la intuicion es mas sabia
que la palabra vana.
Hay temblor en ese momento
del enorme silencio
...temblor de la vida
...temblor de los hombres
hay temblor de Dios.
Ambos comprenden que allí no esta el enemigo.
Jamás olvidaran el gaucho y el pampa
su encuentro en la laguna
y tiemblan de angustia cuando piensan
que no los dejaron ser amigos
y los destinaron a enfrentarse
hasta que lleguen a matarse.
Guarda el gaucho aunque inutil
un sentimiento fraterno sobre el pampa
que enfrentaron por sorpresa
sus ojos extrañados aquel día único.
Y siempre cuenta ese encuentro
con amigable dulzura
mientras matea
con los duendes del Rio de la Plata.
Y una sonrisa leve acompaña su recuerdo
del encuentro pacifico
con el indio en la laguna
cuando el agua tapaba
el corvejón de los caballos criollos.
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J.m.