Mis memorias hoy de blanco y negro
sobre el telón de la nostalgia arrimadas
en las hojas de algún otoño sin tempestades
que huye de los espacios apenas habitados:
hilos de marismas, olas de silencios
órbitas de mundos que padecen sismos.
Las muertes que nos acechan
y que las sentimos como si ajenas
e intentamos espantarlas con tristes alegrías.
Seres perdidos en los torbellinos
de pétalos inasibles, nieves sin fuego.
El tiempo es ese ser que nos destruye
ese hálito perenne que nos ahoga
mas allá de los destrozos y las ruinas,
el tiempo es lo concreto, el pasado
que ya no existe, que imaginamos.
Y llegará el día, tan solitario y carente
de todo atributo, de todo milagro
en el que un musgo translúcido
cubrirá nuestra solo alma,
allí, al final, al fin, quizá solo tú,
estarás para despedirme, amada.