Siento cabalgar tus pensamientos,
en el lomo desnudo de mi alma;
percibo también tus sentimientos,
en el fondo de mi ser, cual lago en calma.
¡Que falta tan grande tú me haces!,
y cuan vacío y solo yo me siento;
pues no estando conmigo aquí presente,
desespera mi alma penitente.
¿Que te quiero? Tú lo sabes alma mía;
¿Que te extraño? Tú lo sientes, es tu herida.
¿Y tu vida es a mi correspondida?
¡Yo lo sé y no dudo de ello reina mía!