Y entonces te das cuenta,
volteas a ver al otro,
lo ves a él
dejándose morir,
se queda sin aliento
días tras día.
Luego sonríes porque los ves,
a miles de héroes tratando de salvarlo,
le dan palabras de fortaleza
dan su propia vida por él.
Se reconocen los rostros
dentro de toda la multitud,
los rostros de la miseria,
los rostros del hambre y tristeza,
los rostros de la ignorancia forzada
y de la sabiduría buscada.
Pero hay rostros diferentes,
los que se acercan con morbo,
los que esperan con ansias la muerte,
la muerte del que está en cama,
flaqueando y sin fuerzas.
Esos rostros sonríen,
lanzan palabras hipócritas,
engañan a los otros,
a los pobres crédulos entrenados,
Ellos son quienes tapan la boca,
con pan y circo baratos,
los que tienen los ojos puestos
sobre el corazón y las entrañas
de un pueblo que ve
y guarda silencio,
de un pueblo que teme
de quien debería tenerle miedo.