Tantas veces buscaba quien escuchara…
su risa… brotaba y un comentario la entristecía.
Otras tantas la cotidianidad le aburría…
lo expresaba e inmediatamente le contradecían.
Compartir sentires con varias personas buscaba
sin embargo afines casi nunca encontraba.
Lamentarse era su posición preferida…
y por lo que fuera encontraba optimista lista.
En voz alta sus reflexiones escapaban…
y alguien un alto inmediato hacía.
Esta situación donde escuchaba a otro
después que a ella, ya le mostraba…
.
¿Qué quería ella?, era lo que resolver intentaba:
quien escuchara… eso claro tenía.
Si riera… triste gente no buscaría.
Si se aburriera… gente alegre no le interesaría.
Si sentires compartiera… afines encontraría.
Si se lamentara… optimista no escucharía.
Si reflexionara… alto nadie le diría.
Si le escucharan… ella no escucharía.
.
Pensó… pensó… pensó tanto
hasta que encontró la solución
y desde el instante en que la descubrió
su mejor amiga la nombró…
.
Es desde entonces que muchas horas
habla y habla con la complaciente amiga,
que ella llama porque siempre la escucha
con paciencia, imperturbable y calma
y disponible la encuentra cada vez que la busca
en su cuarto se encuentra su mejor amiga…
cerca de su propia cama...
donde cómodamente la divisa siempre
al abrir los ojos descúbrela complaciente
y desaparece cuando sus párpados baja:
la pared de enfrente, que nunca falta
y desde entonces no tiene que escuchar
a quien ella habla.
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