Rosa del desierto

ME VOY, PERO ME QUEDO

 

Tú has sido una luz al final del túnel, tengo que confesar que en los breves momentos compartidos me he sentido dichosa, con una alegría de niña que apenas descubre el mundo. También me has regalado momentos de honda tristeza y los he abrazado como madre cuidando a su hijo, los he besado y los he bañado con mis lágrimas, esos momentos también me hicieron sentir la intensidad de la vida y el valor de vivirla. Pero debo alejarme, alejarme sintiendo que es un grave error, que perderé mucho, que querré regresar.

Este es un marcharme sin retorno. Me marcho quedándome, seguiré aquí, lejos de ti. Me quedo porque aquí llegué hace mucho y me sentí acogida, porque este espacio me dio otra alternativa para expresarme, sin miedo al error, sin sentirme presionada por la perfección, escribir sólo para expresar el sentimiento, para disfrutar de la palabra, medio hecha o hecha completamente. Aquí no importa, aquí sólo te expresas.

Estaré entre los miles de rostros que aquí se muestran a diario. Me intuirás, me reconocerás, tal vez tengas la certeza de quien soy, pero sé que no traspasarás el límite, que respetarás esta decisión. Tienes miedo…  también yo.

También yo te intuiré, te veré en algún rostro enamorado, triste, molesto o indiferente, pero a diferencia de ti, nunca tendré la certeza y eso es lo que me aleja, nunca tener la certeza de cuándo hay de verdad en la mentira y cuánto hay de mentira en la verdad. Nunca sabré si mi intuición me lleva a esa horrible sombra que me sigue o la luz que fuiste para mí. Por eso me alejo, pero aquí me quedo.