Te vi purgar las brozas buscando el sol, sediento,
en el último día de otoño.
Como un antiguo bosque emerges de la niebla
y te vas por las veredas festivas de la primavera,
yo me quedé esperando en sigilo de rosas,
de botón encendido
amplia campana sin badajo, total, como una sonrisa.
Buscando el tajamar de tus labios
en la desnuda quietud del océano,
las ascuas de un astro rielan sobre mi cintura
despertando algo de virgen e infierno.
manantial de jazmines en los senos.
Y es que tu nombre se me sube a la boca
en un amor de cigarras
porque vive enterrado en el pecho y conmigo.
Silencio de años se vuelve melodía
en tus viejos timbales, cicádido loco,
entonas un idioma ancestral
de celestes mañanas pasión y poesía.
¡ Jano implacable, giras el rostro del pasado
con llave insolente derribas cerrojos
dejas abiertas las puertas del templo!
Recoges para mí todo el mar en tu mirada
y has cosido las alas de un pequeño gorrión
sobre mi espalda, para volver al sur
siguiendo las huellas que traza el manque,
a revertir el proceso de la fuente y hacer girar
la noria postergada en andenes invernales,
aventando las semillas contra el puelche
estallarán primaverales golondrinas
en los límites del cielo.
Alejandrina