Llego a casa,
como siempre, te encuentro
haciendo algo.
Cocinando, lavando, planchando,
limpiando...y hoy, me haces recordar a mi madre.
Todo ella lo hacía en nuestro hogar.
Éramos siete en total.
Hace dos días,
se han cumplido treinta y nueve años
de su desaparición...
¡viejita amada del alma!...
Aún te extraño, y vives en mí...
y a ti, amor, te veo allí sentada,
cosiéndome un par de medias...
¡cuánto me haces recordar
a mi madre cuando hacía exactamente
lo mismo!... coser medias de mi padre,
y de nosotros, sus hijos...
¡Hola, amor!...¿estás cansada?
No, no lo estás,
mi madre respondía lo mismo...
nunca escuché que alguna vez dijese
estar cansada...
Todo lo hacía con tanto amor...
como tú...
¿quieres te ayude a poner la mesa?
Con mucho gusto he de hacerlo,
deja ya esas medias...
y ven conmigo a la mesa.
Una noche más, juntos hemos de cenar...
¿sabes que me haces muy feliz?
Sí, ya varias veces te lo he dicho
estos días... es que, te amo tanto...
que no puedo dejar de decírtelo...
Derechos reservados del auroe (Hugo Emilio Ocanto - 24/09/2013)