Las flores, sí, las flores todas, juntas en un carnaval
de colorido, en una barahunda daban vítores
por la una y por la otra.:
!VIVA la dalia!
!VIVA la orquídea!
pero cual, si hay tantas y tan exoticas todas.
!VIVA la madre selva!
!VIVA la veranera!
Pero cual si hay tantas y de diversos colores.
!VIVA la azucena!
!VIVA el clavel!
pero cual si los hay de colores varios.
!VIVA el girasol!
!VIVA la margarita!
todas son bellas y distintas.
!VIVA el anturio!
!VIVA la violeta!
Y así, así, así todas y cada una fueron desfilando
entre vivas y aplausos por doquier.
Hasta que llegó la hora de escoger la más bella.
Entonces y como en todo reinado debía
salir quien entrega la corona:
Y ante ustedes laganadora del anterior
concurso, la más preciosa cuyo colorido
y majestuosidad le valió el reconocimiento del jurado.
Se hizo un gran silencio dado la proximidad del veredicto
y dijo el maestro de ceremonia: LA ROSAAAAA.
Señaló el rojo telón pero nadie salió,
hasta que apareció entre tantos, la rosa roja,
ya que las hay tambien diversas.
La risa cundió por el auditorio, los desaires
y las burlas, mientras con orgullo la rosa se apoderó
del micrófono dejando una débil estela de agua en el piso.
Esperó que que muriera la algarabía que tardó
más de lo esperado y recogió un pétalo que recien
se le cayera, dijo entonces:
Hace poco como ustedes, yo reía y me mofaba,
-mostrando el pétalo- mi piel era tersa y bella,
pero, miren en qué he quedado que ni el agua
mantubo mi decoro, como sois, fuí,
como soy, pronto serán, no tengo más que decir
pueden seguir riendo.
Fué esa la última vez el reinado,
se vació el recinto y se maldijo al tiempo.