Si te olvido,
Y si llegas a olvidarme
(si es que alguna vez me quisiste recordar),
Solo le pido a los dioses destructores
Y mutiladores de memorias,
Que no borren de mi mente
aquél sublime instante,
en el que tu peculiar y traviesa mirada
Me hacía dudar
que no eras tan malcriada
Que me perdonen los sabios poetas masoquistas que derraman sangre en cada tramo de sus líneas,
Que me perdone Machado,
Que me perdone Sabines,
Que me perdone Neruda,
Pero que por encima y por sobre todo:
Que me perdone tu madre.
Que me perdonen las estrellas
Por haberlas comparado contigo,
Que me perdonen la luna,
Las espigas de trigo,
Los girasoles,
Las nobles gacelas,
Las tardes de lluvia,
Las aves de muerte,
Y los traviesos roedores
Ahora mismo,
Una saeta con etiqueta:
“la que un día fue,
y la que hoy
en polvo marcha”,
viaja entre la calle del olvido
con esquina que te valla bien