Sentada en la glorieta, gozando estaba,
porque miraba a los niños como jugaban.
Respirando el aroma de las rosas y jazmines,
oyendo los sumbidos polinizadores,
y el revoloteo de las mariposas de colores.
De pronto una niñita se acecò;
me tomò la mano y sonriò.
Què hermosa es; pensè;
y algo en mi interior se despertò.
La observè detenidamente,
levantò su carita, y con pìcara sonrisa
su vestido rosa acomodò.
Vamos...!, me invitò, quiero jugar.
No pude contener la emociòn al comprender...
¡Esa niña era yo!
Vino a buzcar mi corazòn
para que dejara brotar espontànea;
la infancia que tanta felicidad me regalò.
Es la primavera la que en mì despierta, los sueños
con sus explosiones de colores y perfumes.
Porque en mì vida ya no florecen
risas y juegos como antaño.
Los adultos tan preocupados estamos,
que ya no jugamos...