Este raudal que enciende la chispa
como el aceite que moja las llamas
Y la sal que en su forma nos insta
Como el dolor del pan que se inflama
La vertiente es roja y morada
Como el ardor con que el sol nos empalma
Es la pasión de la dulce escarlata
Como el clamor condolece a la luna
Como la luz que aquejante se aclama
al renacido molino de aire
La libertad que se esparce en sus capas
Como el estruendo temblor en desaire
Cuando el viento espeso se cubre
De una montaña infinita de sangre
Cuanda la paz y la calma que inculcan
Llega muy lejos, a tierras de nadie
Y el vapor que esparce la Lluvia
Sube a los montes del vino y desaire
Va persiguiendo la infame agua turbia
Como el sin fin aliento de un Padre
El inminete diluvio del verbo
Crea espasmos de duda y quejumbre
Cuando la muerte casi llega a su cumbre
En las espigas del ser mas interno
Cuando los mares designan las fechas
Triste se aleja el amor del marido
como el vapor que inunda la flecha
Y el misterio que acaba en olvido
El oscuro Sol se encoge ante el Potente
Los montes se esconden de la furia homicida
Cuando publica su diestra el valiente
La tierra se olvida de la siembra vertida
Cuando la niebla se niega a la sombra
Del feroz caminante bermejo
Cuando El seol y el dolor se asombran
Se deja a la luz la visión del espejo
La oscuridad rondea la tierra
a sazón del acompañante de engaño,
Adultera vidas en medio de guerra
Con la quejumbre del afable tirano
Cuando la vista letarda se alumbra
Entonces la luz se encamina a tiempo
Cuando la mano recoge a penumbras
El ser vivo se empalma en su aliento
No por clamor sino por llenura
llega el legal incremento del verbo
a resucitar lo que lleva la lluvia
Cuando conecta los misterios del cerbo