Coronada y de blanco va la novia
caminando hacia el altar,
lleva consigo un hermoso traje
que resplandece su beldad.
Tan radiante y vigorosa
avanza hacia e el altar
su mejilla se enrojece
su corazón empieza a palpitar .
Allí en el atrio, está el sacerdote
aquel que la ha de casar,
se ve tan feliz tan segura
resplandece su alma pura,
frente al hombre que se entregará.
Llega entonces presurosa
donde su amado está,
esperándola sonriente
y lleno de felicidad.
Dos manos se están juntando
allí frente al altar,
prometiéndose amor eterno
y mucha fidelidad.
La ceremonia empieza
los aros hay que entregar,
y entre promesa y promesa
los aros a intercambiar,
jurándose amor sincero
hasta la eternidad.
Dos almas, se juntaron
llenos de amor de verdad
bajo una bendición divina
y nadie los separará