Aún con una cándida mirada puedo bruñir y deleitar tu escultura.
Aún no se despeja aquel nimbo tiznado que formaste al reñir aquella lid con Afrodita.
Tú eres aquella ambrosía que le falta a los dioses.
No hay manera de definir tu belleza.
Me sumerges en el éxtasis, desencadenas la lujuria que se esconde en cada hombre.
Yo un enerve mortal el cual se siente ingrávido cuando está cerca de ti.
Logras que nuestro amor germine las virtudes de nuestro cuerpo.
Déjame contemplar cada vez más el elipsis de la vida
Entrégate ingrávida al rudo abrazo de un lascivo,
no culpes a mi rudo labio que solo trata de fenecer su pecado
y transmitir a tus labios.
Oh, dulce amor,
deja fenecer nuestros deseos tras encontrar el éxtasis de la vida.