Nadie ha visto como recorremos el día,
cómo inventamos otro mundo apartir
de la jauría que siempre ha querido
devorarnos, y vamos entrelazando manos
y en suaves besos nos decimos la falta
que hace no poder ser ese sol
y salir para todos.
En ese aparente frío habita una inextinguible
bujía que ha padecido de lluvia y tiempo,
pero altiva continúa con su lumbre
disipando la falsa bruma que nos ha querido
asolar pero que jamás podrá, por que no se
puede detaner una mirada con palabras.
Algunos escucharon cosas que otros supusieron
pero nadie vió jamás mi boca en pro de la tuya,
ni cómo se soldaban en una incesante exploración
que pareacía derribar la impotencia de sabernos
marginados por un hado inconsciente y loco
que dejó que se hiciera trizas el mundo.
Ninguno jamás decir podrá lo que ocurrió
detrás de la puerta, por que nació para morar
en nuestra historia sin espectantes que macularan
sin piedad tu vida o engrandecieran la mía
con la música de oír pronunciar estas maravillas
que sólo conocemos entre pétalos y rocío.
Por eso mujer, tu que navegas entre brumas
y te detienes para ir rumbo a la alegría cuando
ves mi faro, nunca dejes que las luces que poblan
el alma, pierdan su brillo, ni que dé vuelta
en la esquina tu sonrisa porque definitivamente
habrá nacido el gentío y para mí
no existirá nada.