Una tarde se oscurecía
Por los lados de Jerusalén
Un hombre culto e inocente
Crucificado fue.
Se oían los llantos
De las mujeres con dolor
Se veían la sangre
Que derramaba el señor.
Con una cruz acuesta
Jamás se resigno
Recorrido todo el camino
Para dar la salvación.
Condenado fue a muerte
El hombre lleno de pasión
Fue el único hombre
Que murió con amor.
Clavado en las manos
Y clavado en los pies
Sufría ese gran hombre
Que murió por mí y por usted.
!Porque me abandonaste!
Fueron sus palabras
Mirando hacia el cielo
Son la carne ensangrentada.
Inclinando la cabeza
Entrego su corazón
Con un temblor de tierra
La muerte desapareció.
Llevado fue al sepulcro
Envuelto entre mantos
Ahora descansa en paz
El rey de los santos.