Carolina

Visitas

 

Hasta hoy nunca había entendido por qué nos preparaban tanto para recibir a las "visitas", nos hacían poner bien lindos y nos decían que nos comportáramos correctamente, a veces me sentía como una ratita de laboratorio que venían a observar qué hacía, cómo me portaba, y finalmente terminaban llevándose a uno, según las superioras eso era lo mejor que nos podía pasar, lo que cambiaría nuestras vidas para siempre. Ellas decían que teníamos que ponernos felices por ellos, era difícil pero intentaba hacerlo, hasta que un día el "elegido", como lo llamaban, fue mi hermano, el único integrante de la familia que me quedaba. Yo estaba más triste que nunca, no comía, ni siquiera tenía ganas de jugar. La superiora me dijo que no estuviera mal, que así como las "familias sustitutas", (nombre que daban a las visitas) venían a visitarnos, mi hermano había ido a visitar la casa de ellos, que si quería le escribiera una carta preguntándole cómo la estaba pasando, cómo se sentía, qué hacía y cuándo terminaría su visita y regresaría a casa porque yo lo extrañaba.

Pasaban los días y cada vez eran menos las esperanzas de que me contestara y ya ni se me cruzaba por la cabeza pensar que volvería.

Un día me eligieron para visitar a una pareja casada hacía ya unos años, que deseaba tener un niño en su hogar. Cuando llegué no lo podía creer, me estaba esperando un cuarto lleno de hermosos juguetes y cosas sólo para mí. Era cierto que mi vida iba a cambiar, me mandaron a una escuela un poco aburrida, todos nos vestíamos igual y no nos dejaban hacer casi nada divertido.

Recordé lo dicho por la superiora de que debíamos alegrarnos por los que se iban, a pesar de la tristeza de no saber nada de mi hermano en tanto tiempo, estaba feliz pensando que seguro estaría en una linda casa con una familia como la que tenía yo.

Todos los días al salir de la escuela me venían a buscar en auto, cuando nos detuvimos en el semáforo de la esquina vimos cómo un montón de niños hacían malabares y se divertían haciendo cosas como de circo frente a nosotros. Luego antes de que la luz roja cambiara a verde pedían unas monedas. Siempre los observaba asombrado de lo que eran capaces de hacer.

Un día me fui caminando a casa, al pasar por el semáforo, escuché que gritaron mi nombre, me di vuelta y lo único que vi fue a los chicos mostrando sus habilidades.

Me intrigaba saber quién me había llamado y cómo sabía mi nombre, así que me volví decidido a preguntar. Al acercarme pude reconocer que uno de ellos era mi hermano, inmediatamente nos abrazamos, le conté lo que me había dicho la superiora, lo de mi carta y que aún seguía esperando su respuesta. Me contó que el lugar donde él vivía era un poco extraño, vivía con otros chicos, se levantaban temprano y a cada uno les asignaban una lista de tareas que al fin del día debían estar realizadas. Mi felicidad era enorme al ver de nuevo a mi hermano, quería llevarlo a conocer dónde estaba viviendo yo y a compartir con él mis juguetes y mis cosas. Mientras se desarrollaba nuestro reencuentro, vi que una señora observaba con detenimiento la situación, con el tiempo llegué a la conclusión de que esa sería su "familia sustituta" ya que lo llamó y al instante en que regresó, mi hermano me dijo que debía irse pero que nos veríamos al día siguiente, él siempre estaba ahí. Al otro día esperaba con ansias salir de la escuela para ir corriendo al encuentor y abrazarlo nuevamente, pero para mi sorpresa descubrí que no estaba allí, ninguno de los chicos del semáforo que yo observaba con asombro se encontraban ahí, todos se habían ido.

Pasé al día siguiente y al siguiente y al siguiente también, pero nunca más supe de ellos.