Tres paredes rodean nuestros pies,
tres personas nuestras sombras,
yo no te veo, no me buscas y nos callamos.
Resulta tan tibio ser desatento
que no necesitamos consolarnos,
afuera hay diez árboles y cuatro faroles
que nos esperan pasar por la vereda,
entre los escombros de la mente brota el silencio
y una palabra viene y lo destruye todo,
un grito amarillo dolor sodio, me falta tu amor,
sin el abrigo de tus ojos y de tus labios
despierto en medio de la nada
olor a lluvia y madera, la resignación entre cortada
y tu espalda contra mi espalda nos devuelve
esa cuarta pared que tanto odiamos.