Mordí los manantiales
de tus ansiosas miradas;
que en lluvias invernales
copiosa desparramabas.
Mordí los gritos de los grillos
que al insomnio alimentaban,
y fueron tantos mordiscos
que la noche, se quedó callada.
Mordí las fugaces horas
en que la mente se apaga
y mastiqué melodías sonoras
que la gente no escuchaba.
Sentí chasquear mis dientes
de tantos mordiscos
y el verso se hizo presente
en el momento preciso.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Derechos de Propiedad Intelectual Reservados
Bajo el Número 131009229735
Maracaibo - Venezuela