La muchedumbre se agolpa para hallar
una silla donde divisar de la mejor manera
el acto de danzar y hace volar los sentidos
al pasado que no muere.
En tanto, todo es prisa en el camerino.
Un pequeño espacio para cada quien
es el límite do ubicar sus petenencias
por un escuálido tiempo.
Unos rezan, otros tiemblan, aquellos rien
nerviosamente y se ejercitan buscando
el punto ideal para concentrar sus movimientos.
Fuera, sólo queda uno que otro sitio
para los que llegan tarde.
Ya es hora, y se olvida todo, sólo hay campo para actuar.
Los músicos van subiendo las escaleras, sale el maestro
de ceremonia y de inmediato atrapa el microfono,
da un corto saludo y emana ilustres nombres
de personas asistentes a ese mágco recinto
y termina con señoras y señores.
Entonces el tiempo parece suspendido,
no se oye ni el ruido de una mosca.
Se parla sobre la presentación y una breve reseña
del grupo de baile y... un gran aplauso
llena el teatro haciendolo colorido de urras.
En el aire se empíeza a respirar FOLKLOR
y las luces embellecen la estancia mientras
van saliendo al estrado los campesinos
de la cultura.
La plasticidad, la alegría, la armoniosidad,
la cadencia, la belleza, las figuras,
el vestuario, la escenografía, la música,
la coordinación de movimientos´pero ante todo
la entrega de los danzarines y su respeto por el público
convierten por breve tiempo el teatro en un mágico
mundo donde se empapan todos de
fantasía y de libertad.