Nunca pensé que de sus senos, Mamasen las Lunas de la poesía Y de un río lácteo, Tejiera abrigo de sedas, su piel. Nunca creí que su furtiva belleza, Sería como la ola continua, de espuma preñada Que halla sobre sus pies la orilla. Nunca creí tocar la cal viva, De esas casas de mi Andalucía, Y sentir herido mi tacto único, Por tanto placer callado y oculto, Por tanta miel de piedra en la garganta, Tanta asfixia cantando en mi interior. Es, que por sus pies comienzan los cielos, Y descienden los universos Y desde el carnado intacto de mis labios No la conocía, nunca la pude conocer. Es, que salir nunca pude Del infinito cosmos en sus ojos primaverales, De su amapola virgen, de su jazmín al viento. Nunca antes desnudado había la noche, La perla prohibida y secreta de sus carnes Ni mis manos ciegas, Ni mi amor desesperado. Nunca antes, creí ver mis poemas tan nimios Por tanto océano sin velas, Tanto solaz imperio, Por descubrir, a solas.