Desvestirte. Besarte, lamerte, devorarte.
Sentir que te disuelves en mi boca
Convertido en néctar de embriagador aroma
Rozarte. Estremecerme.
Tocarte, acariciarte, recorrerte…
dejar que mi calor se traspase a tu piel
que te hagas fuego, hoguera…
que mi cuerpo se transforme en volcán
y mi sangre en lava, ardiente y desbordada.
Que los silencios de la espera
se conviertan en susurros, gemidos,
lamentos, en gritos apenas sofocados.
Sentir que soy esa planta trepadora
que crece, ávida, voraz, insaciable,
enloquecida, bebiendo tu sudor,
tu esencia, fundiéndose en tu vida.
Y agotados ya, los dos aunados
en el placer del paraíso prohibido,
saber que somos uno y quedarnos dormidos.