Preso,
enjaulado.
A ese suceso
te has adaptado.
Tu vuelo cortado
por unas rejas
ensimismado
solo te quejas.
Hubo un descuido
y no has huido…
Hay puerta franca,
cayó la tranca,
y no te has ido
muy confundido
por desconfianza.
¡Vaya que chanza!
Tú, acostumbrado
y confinado
a esa prisión,
pobre pichón
acobardado.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo - Venezuela