Mi casita está solita
pues estoy en el hospital,
mi cuerpo se debilita
aturdido por un mal.
Mis padres me hacen compañía
y sufren los dos conmigo;
si estoy triste, hacen que sonría,
hablándome de mis amigos.
Aquí tengo amistades nuevas
que me ofrecieron corazón y alma
son los doctores y las enfermeras
que me atienden sonrientes en la cama.
Pero yo pienso a cada instante
en mi casa que quedó sola,
quiero ser de nuevo su habitante
y no ser ese que la abandona.
Solo espero recuperarme
para poder volver a allá,
se que ella va a esperarme
con sus puertas de par en par.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela