Los dos sabìamos,
dar tumbos para ponernos boca abajo;
los dos sabìamos,
que el sol volverìa a mordisquear
nuestras orejas y los labios,
hasta lanzarnos a la luz
fluyendo con las brisas,
de playa y sal,
de tierra y cielo,
como gaviotas al viento.
Los dos sabìamos,
que mi historia se gravarìa en tu espalda,
y mis mejillas trasarian el encuentro.
Hay lugares para lunas
que atraen las burbujas a sus juegos,
cuando todos los olvidos
de todos los espacios,
son derrumbes andrajosos de otras vidas.