Me canse de andar las calles sin pavimento
me hurtarón la fé que mantenia agonica
se me acalambraron los ojos de tanto llorar por ti
olvide como se escribia la palabra alegria
y en mi pecho abierto se deja ver la tinta
con que firma su nombre el verdadero traidor.
¡Me hastie! de sus predicas reciclables,
de la hipocresia con que mueven sus bocas,
¡me aburri! de sus miradas colapsadas en belleza,
esas miradas que se agachan por el peso de la conciencia,
he realizado los planos de como me adelanto hasta el fin.
Los traidores tienen aroma a frutilla suave,
¡los traidores! tienen cubierta la cabeza con el pañuelo
que utilizo a cada momento para secar esta humedad
¿a quien culpo? a ti o al imbecil que dijo que si.