Esta angustia no hace más
que agrandar la grieta de mis manos.
La arcilla que moldeó nuestros cuerpos
poco a poco va desprendiéndose
y se hace barro, se hace otra cosa,
se hace otro mundo.
Soy otra cosa a cada instante,
soy energía, soy la nada.
A veces, cuando nadie me ve
puedo volverme silencio o canto de pájaro.
Soy tiempo y ausencia,
soy lo que tengo, lo que me falta y a lo que falto.
Manos lavándose en un arroyo
hecho de mi mismo.
Soy las manecillas del reloj
girando en espiral,
caminando en círculos;
repitiéndome hasta el hartazgo,
hasta volverme arte.
Leonardo Torrez
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