Era la melancolía la caricia de mis pupilas;
la desbordante corriente de las fuentes de llanto,
me hicieron derramar lagrimas de cristal,
como si la nostalgia fuera la dueña de mis ojos,
aprisionado entre las cadenas de su ausencia,
la ausencia insensible que ha dejado en su adiós.
El olvido de tu amor no es la dirección de mis pasos
no soy el turista pasajero de tus besos,
aun los llevo enmarcados en los labios,
tus caricias siguen teñidas como tatuaje en la piel.
Palidecieron los ojos por tantas lágrimas
cristales reflejando mi inocencia
como goticas de sal destiñendo a los parpados,
es el sabor del mar entre las lagrimas.
Desahogar al alma es el remedio
llorar y gemir en la derrota,
me ha herido el amor con su letargo,
aunque la siga amando como al ayer
declinarán mis deseos en el alba.
Cristales de los ojos, sueños rotos en el asfalto,
a una ilusión cargada de pasión
no he podido olvidar, aun en la tristeza.
Parecía inmenso, eterno y profundo,
así era el amor sumergido en la sangre,
a veces perdemos, andamos sobre las ruinas,
llorar hasta el borde de la agonía
ha sido la salida de las puertas de la tristeza.
En las riberas de los ojos, nacerán ríos de llanto,
lloverán los recuerdos de tu despedida,
en invierno caerán mis lagrimas
como lenguaje tierno de un adiós.
Eres más que una utopía a mi corazón,
un corazón frágil que hace llorar,
es el instinto de la nostalgia del pecho,
tus palabras fueron dardos clavados en mí,
solo fui el blanco de la soledad,
ahora soy el eco de la tristeza
navegando solitario en el horizonte.